viernes, 12 de mayo de 2017

CUEVA DEL AGUA-SANTUARIO DE TÍSCAR-CASTILLO PEÑA NEGRA (QUESADA-JAEN) 3 MAYO 2017

Tíscar significa en lengua bereber "paso entre montañas" y es precisamente en este paso entre montañas dónde el río Tíscar ha labrado una cueva y un estrecho cañon por el que sus aguas crean un espectáculo de saltos y cascadas. Este lugar también es conocido como la Cueva de la Virgen de Tíscar ya que cuenta la leyenda que corriendo el año 1319, allí se apareció la Virgen al reyezuelo de lugar. Esta creencia milagrosa originó la construcción del Santuario y del castillo de Peña Negra, cuya visita completarán este sendero.

Tiempo: 1 horas 38 minutos.
Distancia: 2,14 kilómetros.
Dificultad: Fácil.
Dejamos el coche en: 37°46.118'N - 3°01.400'W

Existen tres posibilidades de aparcamiento, en la zona baja justo dónde comienza la bajada a la Cueva del Agua, en la parte alta dónde el Santuario y en la elegida por nosotros, un amplio aparcamiento en la zona intermedia que nos servirá de punto de unión entre ambas partes del recorrido.

Caminando unos metros hacia abajo desde el lugar de aparcamiento y a nuestra derecha nos encontramos el carril de acceso que nos conducirá a la cueva.

Este carril zigzaguea durante este pequeño tramo, aunque nosotros preferimos tirar en linea recta, dejando el carril para algún coche que pueda pasar. Durante el descenso, podemos contemplar la típica vegetación mediterránea de la zona, compuestas por un pinar entremezclado con encinas, retamas y romeros.

En este lugar comienza el mini sendero.

Pero algo llama nuestra atención, a lo lejos vemos Sierra Nevada que en estas fechas aún conseva bastante nieve.

Tras recorrer unos metros nos encontramos con unas escaleras que nos llevará hasta un pequeño túnel.

Este túnel de unos diez metros de longitud nos introduce en el mágico lugar. Habrá que agacharse, es de poca altura y aunque la visibilidad es perfecta, la cabeza peligra.


Una vez atravesado, continuaremos descendiendo no sin antes pensar que hemos atravesado el túnel del tiempo, lo primero que vemos es una impresionante bóveda que me recuerda la Ermita de la Garganta Verde (visitada en junio de 2013).

 Tras unos tramos de escalera, llegamos a un primer mirador.

Una mirada al frente nos permite ver la estrecha garganta por la que vamos descendiendo.

Desde este primer mirador ya podremos ver la primera gran cascada, venida un poco a menos por el año tan seco que estamos padeciendo, no obstante, el frescor, el verde y el rumor del agua convierten a este lugar un un pequeño paraiso escondido.




Seguimos bajando hasta llegar a una explanada que nos ofrece nuevas vistas del lugar. Hemos llegado a pie de la gran cueva que da nombre al lugar. Y no me resisto a buscar un mejor ángulo para la foto, a riesgo de un resbalón, las piedras totalmente pulidas por el paso del agua y miles de pasos, tienen un pulimentado que unido a la humedad me ponen en alerta.



Desde aquí abajo el mirador se queda en nada. Me quedaría más tiempo pero hoy tenemos un día intenso y queremos cumplir con el programa, así que retorno en busca de mi compañera de caminos que me mira y pone de cara de pensar: ¿Como es posible que para unas simples fotos, tarde tanto?

La apertura de este cañón se debe a la erosión del río Tíscar y su pasar que durante cientos de años ha ido encajonando su cauce en tan recóndito lugar.

Desde dentro, la cueva se nos muestra en toda su grandeza, hasta por medidas es muy parecida a la Ermita de la Garganta Verde, aunque algo menos profunda.

Buscando otros ángulos consigo una imagen diferente de la primera cascada.

El camino a recorrer está perfectamente acondicionado por lo que no es necesario ninguna ayuda suplementaria. Por otra parte, las estrechas paredes cortan la señal del gps por lo que el track sale un tanto caótico, pero como digo, es totalmente innecesario.

En la imagen, los dos miradores principales del lugar.

Vamos ascendiendo en busca de otros ángulos y en la pared de enfrente vemos una oquedad. Debe tratarse del lugar dónde se encuentra la imagen de la Virgen.

Desde aquí tenemos una nueva vista de la estrecha grieta por dónde se incrusta el río.

Y la amplitud de la caverna.

Tras un túnel natural vemos una nueva caída de agua, una escalera tallada en la piedra nos conduce a ella.

Vamos "pallá".

El sol me juega una mala pasada y no me permite buenas tomas. 



Retornado del lugar, veo la oquedad dónde se ubica la Virgen, esta vez con un ángulo perfecto. Esta cueva también se la conoce como la Cueva de la Virgen de Tíscar, en honor a ella.

Cuenta la leyenda que en el año 1.319, la Virgen se apareció al reyezuelo de Tíscar, Mohamad Abdón pidiéndole que rindiera la plaza y se convirtiera al cristianismo, salvando así muchas vidas. Llevándosela consigo hasta el castillo, explicó lo sucedido a los suyos, que tomaron la decisión de arrojar la imagen desde las almenas, pero la Virgen siempre volvía a su lugar, llegando a golpearla con sus alfanjes hasta destruirla.
En recuerdo a este acaecimiento fue enclavada en la misma, la imagen que vemos. Dicha aparición fue el motivo por el que se construyó el Santuario que dentro de un rato veremos. En la actualidad uno de los actos señeros de la zona es la anual romería de peregrinación en culto a la Virgen.

Emprendemos el regreso que aún tenemos muchas cosas que ver.

Cuándo pensamos que ya lo hemos visto todo, una nueva pasarela se abre a nuestro frente y un tercer mirador con bifurcación nos indica que hay más cosas que ver. ¡Chachi!.

Y otro nuevo salto de agua y más grande que los anteriores.



Sabemos que tenemos que continuar, llevamos hora y media por aquí y nos sabe a poco. Pero no nos queda más remedio que abandonar la cueva y seguir la ruta.

Volvemos hasta el lugar de aparcamiento ya que justo por detrás está la subida al Santuario.

La construcción del actual Santuario de Nuestra Señora de Tíscar data de la segunda mitad del s. XX y se construyó sobre las ruinas del arrasado por los republicanos durante la Guerra Civil, al igual que la imagen original de la Virgen, que fue sustituida por una de Jacinto Higueras, que es la que se conserva actualmente. En sus inicios era de estilo gótico con elementos mudéjares.

Está situado entre las faldas de la Peña Negra y el Cerro del Caballo. Este santuario cierra el paso natural entre estas dos moles calizas, hoy abierto por dos túneles, uno excavado en la roca y otro que pasa a través de la plaza del santuario.

Consta de una sóla nave en piedra. De la época primigenia se conserva una gran puerta con arco apuntado y jambas ornamentales y en su sacristía restos del alicatado mudèjar del s.XIV y una pila bautismal del s.XVI.

En su fachada, además de la espadaña con tres campanas, destaca el frontispicio.

En él aparece la Virgen entre dos árboles, rodeada de estrellas y sosteniendo al niño.

En la plaza del santuario y justo enfrente y sobre una fuente, se encuentra una poesía de Antonio Machado, dedicada a la Virgen de Tíscar.

Detalle del primer túnel que permite el acceso al santuario.

Y éste es el segundo túnel que permitía salir de este paso entre montañas.

El castillo de Peña Negra es de reducidas dimensiones, con una pequeña Torre del Homenaje en su extremo oriental. Su estructura muraria se atribuye a la época andalusí, aunque algunos estudios la datan en la primera mitad del s.XIV.

Se ubica sobre una gran peña, dominando el Santuario, la Cueva del Agua y el Valle de Don Pedro. De indudable importancia estratégica, siempre fue objeto de deseo de moros y cristianos, y tras diferentes cambios de manos, fue Fernando IV quién iniciaría su reconquista definitiva, que continuó el Infante Pedro de Castilla en el año 1319.
Ante las dificultades para su conquista, un escudero del Maestre de Calatrava, llamado Pero Hidalgo, trepó de noche a la Peña Negra y mató a los diez moros que montaban guardia, con lo que pudo ser tomado por los sitiadores. En recompensa por tal hazaña, el Infante les otorgó el apellido Diez y un escudo de armas en el que figuraban un lucero de oro por haberse realizado la acción de noche, sobre campo de gules y rodeado por diez cabezas, en recuerdo de los diez moros muertos y los descendientes de aquel escudero, se llamaron desde entonces Diez en conmemoración del hecho.

En tiempos, ocupaba todo lo que hoy es el santuario, aunque hoy día sólo sobrevive la Torre del Homenaje en la que puede verse el escudo de Pedro I y el recinto amurallado del Patio de Armas.

Este castillo estaba comunicado con la Atalaya de Tíscar, y los castillos de Majuela, Cinco Esquinas, La Yedra y La Iruela. A raíz de su conquista se convirtió en frontera con el Reino de Granada durante casi doscientos años.

En la plaza del Santuario y justo al lado de la poesía de Machado, otra fuente se adorna con el escudo de armas de la familia Diez.


A los pies del santuario existe un mirador desde el que se divisa Sierra Nevada, y las llanuras de Guadix y Baza, así como el Valle del Guadiana Menor y Valle de Don Pedro. Ya sólo nos queda volver al coche y continuar nuestro camino.

Y para terminar, el mini video del lugar:

Podéis descargaros el track clicando en la siguiente imagen:
https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=17683767
 
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una montaña, un árbol, donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el buitre leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.

1 comentario:

Gracias por tu visita.