lunes, 11 de julio de 2016

PASEO POR EL CASCO HISTÓRICO DE CUENCA (UNA CIUDAD DE LEYENDA) (2 JUN 2016)

Un tranquilo y circular paseo por el casco antiguo de Cuenca a través del que podremos conocer los lugares más emblemáticos de esta sorprendente ciudad. Cuenca, una ciudad de leyenda.

Distancia: 5,56 kilómetros.
Dificultad: Baja.
Tiempo: 3 horas
Dejamos el coche en: 40º 04.695N - 2º07.968W

El coche se queda en unos amplios aparcamientos existentes en una de las márgenes del río Júcar.

Sin tiempo a meditar ya tenemos una imagen que será la tónica general del paseo, unas edificaciones que se arriman peligrosamente al precipicio. Cuenca se sitúa en la V formada por los ríos Júcar y Huécar. Ambos forman las conocidas por Hoces del Júcar y Hoces del Huécar, unas profundas gargantas que rodean un zona alta que es dónde se situa el casco antiguo de Cuenca.

Hecho el freno y comenzamos a andar de forma ordenada. Y lo primero que toca es el río Júcar y su discurrir tranquilo a su paso por la ciudad.

Sus márgenes profusamente poblados de árboles de ribera confieren un aspecto paradisíaco a esta zona. Todo un remanso de paz.

A su paso por la ciudad y prácticamente a lo largo de todo su curso ha formado la llamada Hoz del Júcar, al otro lado está la Hoz del Huécar, otra garganta de unos 100 metros de profundidad sobre la que se sitúan las Casas Colgadas y parte de la zona alta entre ambas hoces.

A través de unas escalinatas vamos subiendo en busca de la calle San Juan.

Estas escalinatas finalizan en la Puerta de San Juan. Aquí existía una iglesia ya desaparecida y de la que sólo se conserva su torre.
La Puerta de San Juan era una de las siete puertas existentes en la muralla que defendía la ciudad.  Esta muralla, de origen musulman se llamaba de "Al Jara" o "Aljaraz", podríamos traducirlo como "La Esquila", pues por costumbre, era el lugar por dónde cruzaban los rebaños que pastaban en las proximidades del río Júcar.

Cuenta la leyenda que esta circustancia fue la aprovechada por los caballeros de Alfonso VIII para asaltar la ciudad. Aprovechando la rutina del diario paso de ovejas y cabras, los caballeros se cubrieron con pieles de estos animales y consiguieron engañar al centinela que custodiaba dicha entrada, acercarse a la misma y una vez tomada, permitir la entrada del resto de las tropas con Alfonso VIII a su cabeza.
Si los guionistas y directores de cine españoles tuviesen un poco más de interés es nuestra historia, esta trama serviría perfectamente para el guión de una película histórica o de aventuras, pasa que no somos americanos, si lo fuésemos este argumento ya hubiese sido utilizado.

Aunque continuamos por la calle del Peso, lo hacemos por las escalinatas que nos llevarían a la Torre Mangana. El desnivel es fuerte y las escaleras nos permiten superarlo con mayor comodidad.

Al final de la calle encontramos la iglesia Oratorio de San Felipe Neri. Se construyó en 1739 y ha sido restaurado por última vez en 1989.  El proyecto fue obra de  José Martín de Aldehuela.
A pesar de que su exterior no resulte muy vistoso en su interior destaca su magnífica decoración de estilo rococó, presente tanto en las capillas laterales como en las cornisas y capiteles . Se trata de  una iglesia de una sola nave, con planta de cruz latina y bóvedas de cañón.

Plaza e Iglesia de San Andrés. Empezada a construir en el s.XVI por diferentes avatares no se finalizó hasta el s.XVII. En 1936 sufrió gravísimos daños y después de la guerra civil fue cedida a las cofradías con el fin de albergar sus pasos procesionales.

Resulta un placer caminar por estas calles cargadas de historia, cualquier rincón bien merece una foto.

Estamos llegando a la plaza del Salvador, dónde su ubica la iglesia de igual nombre. Construída en el siglo XVIII sobre otra, del siglo XIII  y que siguió teniendo reformas y ampliaciones,  entre esas fechas y posteriores, hasta ser el templo principal de la ciudad de Cuenca en el siglo XIX

Su actual aspecto es neogótico, con una esbelta torre y una sencilla portada barroca en piedra. Alberga en su interior interesantes altares barrocos y la imagen de Jesús Nazareno que sale desde esta iglesia el Viernes Santo y que sobrecoge por su belleza a oriundos y visitantes.

Bajamos por la calle San Vicente y a la derecha nos encontramos con las Escuelas del Obispo Palafox. Aunque no figura en nuestra ruta, aprovechamos la cercanía para ver la calle de la Moneda, calle muy estrecha con una leyenda romántica que cuenta como el amor descubierto entre un cristiano y una judía se mantenía a través de dos ventanas, una en cada fachada de la calle, y dicho amor era tan fuerte que las casas fueron acercándose una a otra, cada vez más, lo que provocó la estrechez del paso.

El 12 de Noviembre del año 1979 el premio de poesía “Virgen del Carmen” que convoca anualmente la Armada Española recayó en la escritora conquense Acacia Uceta.
El acto de entrega del premio tuvo lugar en Cuenca y desde el Estado Mayor de la Armada, dependiente del Ministerio de la Marina, se decidió además de celebrar la entrega de premios en Cuenca que nuestra ciudad fuera sede del Día del Mar. Un ancla y una placa recuerdan dicha celebración.

Llegamos a la zona del Puente del Huécar, en la parte alta de la imagen vemos el Cerro Socorro, dónde se ubica el monumento al Sagrado Corazón, nosotros giramos a nuestra derecha en busca de la calle Puerta de Valencia con el fin de visitar el Parque de San Julián.

En dicha calle Puerta de Valencia (puerta que ya no existe) encontramos el Convento de la Concepción Franciscana. Un edificio del s.XVI y con dos escudos en su fachada aunque en la foto sólo aparece uno, algo debe haber pasado con el segundo.

Cerca está la Casa de las Rejas, con cuatro enormes rejas y el escudo de la familia señorial que vivió allí.

Hemos llegado al centro neurálgico verde de Cuenca, el Parque de San Julián. Se encuentra en el barrio de San Francisco, junto a la calle de los Tintes.

Debemos volver al Puente del Huécar y lo hacemos por la calle de los Tintes que discurre paralela al río. En esta calle es dónde tenían su taller los artesanos que conseguían los denominados "Colores de Cuenca", utilizados en las lanas que tanta fama le dieron a la ciudad.

El Paseo del Huécar destaca por su gran muralla (al inicio) y las fachadas del barrio de San Miguel con abundante coloración.

Son varios puentes los que nos permitirán cruzar a la otra orilla.



Llegamos a un cruce, podemos seguir hacia Palomeras y subir al mirador del Cerro Socorro y luego volver a este punto para tomar el camino de la derecha y dirigirnos al Puente de San Pablo. Hace demasiada calor así que dejamos el cerro para otra ocasión.

Y empezamos a tener las primeras vistas de las Casas Colgadas. En origen este tipo de casas cubrían la totalidad de la fachada de la hoz, hoy día sólo ser conservan tres. Son de origen medieval.

A media subida ya tenemos la primera imagen del Puente de San Pablo desde dónde tendremos las mejores vistas de la Hoz del Huécar, la Iglesia de San Pablo y como no, las Casas Colgadas.
Se trata de un puente-viga que cruza el rio Huécar. El puente original fue construido entre 1533 y 1589, en piedra con cinco arcos de pilares, este puente se derrumbó, construyéndose en 1902 el puente de hierro y madera, actual.

Tiene sesenta metros de altura y está apoyado en los pilares de arranque de sillería del puente original y en el centro tiene un puntal de hierro.

Desde el puente también se ve la trasera de la catedral, la cornisa del barrio de San Pedro y el antiguo convento de San Pablo (actual Parador de Turismo).

Un poco de zoom sobre el convento.

El puente deja de llamarnos la atención y nos atrae una nueva vista de las Casas Colgadas.


Tras numerosas transformaciones en 1927 se restauran para recuperar su aspecto original y se añaden los balcones voladizos tan célebres hoy. El puente enlaza con la calle Canónigos.


Me llama la atención esta vieja fachada y el nombre de la casa, Casa de la Sirena, curioso nombre para ser un lugar del interior, aunque si en una ocasión Cuenca fue sede del Día del Mar ¿por qué no iba a tener una casa de la sirena?

Un lateral de la catedral y a la derecha el Palacio Epicospal. Es un edificio de grandes proporciones, adosado a la catedral por el lado sur, formado por una diversidad de volúmenes y construcciones que han seguido en su proceso de edificación al de la iglesia.
La primitiva obra se inició a principios del siglo XIII y se concluyó con la segunda fase de la Catedral, en torno al año 1250. Se prosiguió su construcción en el siglo XVI (1546), y posteriormente, en el siglo XVIII, se edificó la portada principal y el cuerpo que cubre ésta, configurando así el edificio en su estado actual, de estilo neoclásico, sobre cuya puerta de acceso se esculpió el escudo de su patrocinador, el obispo Flores Osorio.

La estatua ecuestre de Alfonso VIII preside la plaza del Obispo Valero junto a la catedral.

Si el cristiano y la judía acercaron dos fachadas sólo con su amor, en esta calle consumaron. Es la calle Clavel.

Situado en la Anteplaza encontramos la antigua fachada norte del Convento de la Merced, actual Iglesia del Convento de las Esclavas del Santísimo Sacramento, conocido popularmente como Las Blancas, a través de las escaleras llegamos a la Plaza de la Merced, nombre dado por haber servido de sede a los Mercedarios Calzados.
Es un antiguo cenobio de la Orden de la Merced Calzada, edificado entre los s.XVI y XVII, de estilo barroco. Sus dependencias se reparten actualmente entre el Seminario Conciliar de San Julián y la comunidad de monjas Esclavas del Santísimo Sacramento.

Llegamos a la Plaza Mayor, de superficie irregular, aproximadamente trapezoidal es un auténtico nudo de comunicaciones entre diversos elementos urbanísticos de la parte antigua: Catedral, Convento de las Petras o Ayuntamiento.

La catedral de Santa María y San Julián es probablemente la primera catedral gótica de España, aunque en sus orígenes la edificación era románica. Lo más notorio es la gran fachada principal neogótica, construida a comienzos del siglo XX. Esta fachada había hasta esas fechas con elementos originales de época gótica y otros barrocos del siglo XVIII. Sea como fuese, en 1902 se derrumbó la Torre del Giraldo y la fachada. Así surgió el proyecto para realizar un nuevo cerramiento de las naves. Dicho proyecto quedó inacabado, extremo que se aprecia en las torres inconclusas y algunos motivos ornamentales no rematados completamente.

El Ayuntamiento cierra la Plaza manteniendo su acceso debajo de sus tres característicos arcos. Esta peculiaridad de puerta y portada es el reto que se le planteó a su arquitecto, Jaime Bort,  y que solucionó con solvencia y belleza a partes iguales. De estilo barroco de la época de Carlos III, sobre esta característica arcada se levantan dos cuerpos más con decoración rococó. Su belleza preside una plaza que mantiene la calma y la tradición entre la luz que baña sus coloridas fachadas.

En un rincón casi oculto encontramos las ruinas de la Iglesia de San Pantaleón. Ajena a todo, aguantando el paso del tiempo y los avatares históricos que mermaron su estructura, desde hace más de ocho siglos las ruinas de esta iglesia parecen no molestarse en llamar la atención. Pero, como muchas veces ocurre, es lo que pasa desapercibido lo que encierra los más preciados tesoros.
En el número 10 de la calle San Pedro, en pleno casco antiguo de la ciudad, nos encontramos con la  iglesia más antigua de Cuenca (declarado monumento histórico-artístico en 1992). Pocos folletos turísticos la mencionan, son muchos los que pasan a su lado sin saber muy bien qué es ese espacio sin techumbre, con una huérfana columna y una sola puerta enrejada.

Edificada en el último tercio del siglo XIII por la orden de San Juan de Jerusalén (los antiguos templarios) únicamente conserva una de sus tres puertas originales (en sus orígenes poseía una triple cabecera plana.
 La musealización que se llevó a cabo en 2011 permitió ponerla en valor y en donde se descubrieron más de cien tumbas, muchas de ellas superpuestas, que conformaban una auténtica necrópolis tras siglos de enterramientos. Ahora podemos observar restos humanos y útiles de la época (simulados) bajo una ventana arqueológica, y las cartelas explicativas nos acercan a su rico pasado y ubican los enterramientos en el perímetro de la iglesia, práctica muy común en la Edad Media, pero que, con el tiempo, fue descartada ante el riesgo que para la salud pública tales enterramientos conllevaban.
Una escultura del poeta conquense Federico Muelas parece el reclamo perfecto para que nos adentremos en lo que queda de ella. Con el buen tiempo se instala aquí una terraza de una cafetería cercana para tomar algo, hecho que muchos consideran una pésima forma de proteger un patrimonio único. Difícilmente podremos encontrar en otro sitio tal riqueza patrimonial en tan pocos metros cuadrados.

Fachada del Colegio de San José, o Colegio de Infantes de Coro de la Catedral, creado en el siglo XVII por el licenciado Don Diego Mazo de la Vega, canónigo y arcipreste de la Catedral de Cuenca, con el fin de acoger en él a los infantes de coro de este templo, un edificio hoy convertido en hotel.

Se sitúa en la Ronda Julián Romero.

Por el camino iremos encontrando diversos miradores, unos amplios y muy visibles y otros pequeños y escondidos tras cualquier esquina, merece la pena cotillear un poco por toda esta calle que lleva al castillo.

También en la calle Julián Romero encontramos un pasadizo que en su otra cara tiene a un Cristo tras una reja conocido como el Cristo del Pasadizo, y como no, viene acompañado de otra leyenda:

Es en esa reja donde Julián, un apuesto mozo de familia humilde acudía a cortejar a la bella Inés, una dama de una familia noble de Cuenca. Se enamoraron locamente, pero los padres de Inés no acabaron de aceptar a Julián, porque pertenecía a una escala social inferior, por lo que Julián se marchó a la guerra para hacer fortuna y demostrar a todos su valía.
La noche antes de partir, Julián e Inés, de rodillas ante el Cristo del Pasadizo, juraron ser fieles, pero pasaron los meses y a la vuelta de la guerra, tras dos años fuera sin ella, Julián comprobó que su sitio en la reja habia sido ocupado por otro caballero pretendiente, Lermes.
Julián se enfadó y con la ira que lo cegaba, se avalanzó con su espada para batirse en duelo con Lermes.
En el duelo, Julián tropezó en un escalón, y cayó y Lermes atravesó a Julián con su espada muriendo éste en el acto. Inés pidió auxilio y Lesmes intentó huir, pero se vió acorralado, provocando su caida y que se desnucase.
Tras ser testigo de las dos muertes, Inés se sintió culpable y se recluyó para siempre en el Convento de las Petras.



A nuestra derecha encontramos otro mirador de las Hoces del Huécar. Casas Colgadas y Puente de San Pablo.



Y como no, el Convento de San Pablo, nuevamente.

Cualquier hueco se conviente en mirador.

Ya cercanos al castillo nos encontramos con el Convento de Carmelitas Descalzas de San José. Actualmente el Convento de Carmelitas Descalzas es sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El edificio fue ocupado por las madres Carmelitas Descalzas en el año de 1608, fue comprado por la orden en 1622 a Fernando Ruíz de Alarcón por 975000 maravedís.

El Convento Carmelitas Descalzas posteriormente fue objeto de dos remodelaciones. En 1624 tiene lugar la primera de ella y estuvo a cargo de Juan de Celaya, maestro de cantería; y la segunda remodelación tiene ocasión en el año de 1651, esta vez bajo la dirección de Pedro García, maestro carpintero y de Antonio Velasco, maestro albañil. Fue ocupado hasta 1978.

Entramos en los dominios del castillo.

Todo el lugar ejerce de mirador excepcional tanto de las hoces del Huécar como de las Júcar. Destaca la panorámica del Convento de San Pablo con el Cerro Socorro y el Sagrado Corazón de fondo.

A nuestro lado, la catedral y las Casas Colgadas.

Continuamos por la Ronda de Julián Romero.

A la derecha el edificio del Tribunal Permanente de la Santa Inquisición del siglo XV.

La ciudad de Cuenca nace como fortaleza en la Alta Edad Media y su origen es el primitivo castillo musulmán. Tras la conquista por parte de Alfonso VIII en 1177 la ciudad se desarrolla hacia el llano.

En la calle Trabuco encontramos el Arco de Bezudo, o de los Hermanos Bezudo, también conocido como Puerta del Castillo, está formado por un arco de medio punto que surge directamente de los paramentos interiores de las dos torres que franquean la entrada al viejo  Por encima del arco y bajo la moldura con que está rematada la construcción, aparecen dos cuerpos de sillares con tres escudos en ellos muy gastados y difíciles de identificar, dos en el cuerpo inferior y uno en el superior. La actual puerta es una obra del siglo XVI sobre el anterior arco de herradura del siglo XI y en la que posteriormente realizaron intervenciones Juanes de Mendizábal "el Mozo" y Juanes de Zuloeta.
El nombre de los Hermanos Bezudo lo tomó en honor a dos bravos hermanos que participaron en la conquista de Cuenca que llevaron a cabo en 1106 fuerzas de los Concejos de Ávila, Segovia y Zamora bajo el mando de Fernán Ruiz de Minaya y que le costaría la vida a uno de ellos, Pedro, al ser el primero que, valientemente, cruzó esta entrada. Sin embargo, fue tal el número de bajas que tuvieron dichos Concejos en esta campaña que, al poco tiempo, debieron abandonar la ciudad al no tener fuerzas suficientes con que asegurar su conservación.

Por debajo del Arco está el Puente de Bezudo y que permitía el acceso a la puerta de entrada.

Por el que se cruza el foso exterior del antiguo castillo y se llega hasta la entrada de éste, está construido de mampostería y consta de dos arcos de medio punto.
Levantado inicialmente, al igual que la anterior puerta, en el siglo XI, ha sido posteriormente reformado y reconstruido en varias ocasiones, destacando, entre los distintos maestros canteros que en ello han participado, los nombres de Juan Gil, Juanes de Mendizábal "el Mozo", Juanes de Zuloeta y Martínez Peralejo. La última intervención de importancia llevada a cabo sobre él procede de finales del siglo XX, en particular de 1990, cuando tanto el puente como los alrededores adquirieron su aspecto actual.

Finalizada la visita al castillo, comenzamos la bajada a la hoz del Júcar en busca del Santuario de la Virgen de las Angustias.


Estamos llegando al Santuario de la Virgen de las Angustias en la calle Pilares.

Es del siglo XVII. situada junto a la Hoz del Júcar y a la que se llega igualmente mediante la Bajada de las Angustias, tras dejar atrás los casi colindantes restos del Convento de los Franciscanos Descalzos, es uno de los lugares de mayor veneración de los conquenses, los cuales le han venido rindiendo culto a la Virgen de las Angustias, co-patrona de la ciudad, desde la época medieval.

Estamos acabando el paseo y unos ojos viglantes nos sorprenden desde la pared de enfrente. Se trata de los Ojos de la Mora, algunos dicen que es obra de un/os bromistas dados a la alteración del medio ambiente. Yo prefiero creer que es en recuerdo de otra leyenda de amores:

Según cuentan:"En uno de los barrios que pertenecía a los moros, vivía la mora más bella, la cual se enamoró de un soldado del ejército cristiano.

Su amor era secreto, se veían a escondidas por una ventana de la casa de la mora ya que cualquier contacto entre culturas estaba prohibido.

El padre de la mora, quería casar a su hija con un moro joven que había pedido su mano, pero ella se negó y lo rechazó. Por lo cual, el joven moro empezó a investigar por su cuenta el porqué le había rechazado y comenzó a velar por las noches.

La pareja planeó casarse para que nadie les pudiera separar, por tanto buscaron a un cura para que la convirtiera al cristianismo y así una noche escapar y casarse.

La torre mangana que en aquella época antigua era el principal reloj de la ciudad les sirvió para sincronizar sus planes, acordando que al sonar el reloj, irían a buscar al cura que les uniese como matrimonio cristiano.
Cuando aquella noche empezaron a tocar las campanas, salieron en busca el uno del otro, pero el moro con el que se iba a prometer, que velaba por las noches, reunió a un grupo de moros que atacaron y mataron al joven soldado. La mora se quedó esperando en la hoz, y nunca pudieron reencontrarse.


Con el tiempo la mora se enteró del porqué su enamorado cristiano no acudió a la cita e intentó suicidarse, para estar junto al soldado en el cielo. Lo impidió el cura amigo presente en la misma habitación, advirtiéndole que el suicidio estaba prohibido para los cristianos y que de esa forma no se reuniría con él en el cielo.

Dicen que la mora se murió de amor en el Cerro de la Doncella, donde quedó con el cristiano y sus ojos miran al Casco Antiguo desde el sitio donde sigue esperando"

Conforme nos dirigimos al coche nos llama la atención un cartel informativo cercano. Se trata de la indicación del camino que lleva a la Ermita de San Julián.

Aunque no vamos a subir sí que nos acercamos a un mirador cercano que nos permite una última panorámica de Cuenca desde la Hoz del Júcar.


Ya fuera de ruta y anocheciendo hacemos una nueva visita al Puente de San Pablo para sacar unas imágenes con la iluminación nocturna.




Podéis descargaros el track clicando en la siguiente imagen:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=13919423
 
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una montaña, un árbol, donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el buitre leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.

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