lunes, 18 de mayo de 2015

EL PINSAPAR (10 MAY 2015) - EL ABETO QUE QUISO VIVIR EN EL SUR

Este sendero nos lleva a visitar el bosque de pinsapos que se ubica en la cara norte de la sierra del Pinar dónde se dan unas condiciones microclimáticas especiales de humedad y temperatura. Esto posibilita que el pinsapo que es un tipo de abeto adaptado a las temperaturas más frías de otras latitudes, haya conseguido asentarse constituyendo un espectáculo paisajístico y de gran valor botánico.
También podremos ver una variada gama de árboles dónde destacan quejigos, encinas, espinos albares y unos bellos acer.
El sendero nos deleitará con unas impresionantes vistas de las sierras del Pinar, Endrinal, Zafalgar, Cumbres, Gastor y los Llanos del Rabel.

Dejamos el coche en: 36º46.118' - 5º22.820'W. 
Dificultad: Moderada baja.
Distancia: 11,85 kms. (Ida y vuelta).
Tiempo: 6 horas 41 minutos incluidas las paradas.
Este sendero necesita permiso de la oficina del Parque Natural de Grazalema.El impreso en pdf rellenable puedes descargártelo desde este blog.

Dejamos el coche en el amplio aparcamiento de Las Canteras, a unos dos kilómetros de Grazalema en la carretera CA-531. Es la carretera que nos lleva al Puerto de las Palomas. Existe una caseta de la Consejería de Medio Ambiente en la que supuestamente debería haber personal controlando la entrada al sendero, nosotros no vimos a nadie en todo el recorrido.

Una cancela da paso al comienzo del sendero.

Este primer tramo, en contínua subida por un pinar de repoblación y desde dónde empezaremos a tener buenas vistas. En primer plano el Peñón Grande de Grazalema.

El camino está perfectamente marcado en el terreno por lo que el uso del gps es más capricho que necesidad. Nos encontraremos un buen trecho empedrado que era usado antiguamente para el paso de Grazalema a Benamahoma en los transportes de hielo y carbón.


Algunos claros entre los árboles nos permitirá divisar viejos conocidos como el Peñón Grande o los iconos de la sierra del Endrinal.

Una mirada atrás nos permite ver Grazalema y el embalse del Fresnillo. Al fondo vemos la sierra de Las Nieves y el pico de La Torrecilla (1.919 mts).

Rápidamente llegaremos al Puerto de las Cumbres (1.250 mts), que es el paso natural a la vertiente Norte de la sierra de las Cumbres y del Pinar.

Desde dicho puerto tendremos las primeras vistas del San Cristóbal (1.554 mts) y el Torreón (1.654 mts) ya en la sierra del Pinar.

También tendremos a la vista el Cerro de las Lomas, en su espalda se ubica el Puerto de las Palomas, un mirador y el aparcamiento del sendero del Cerro Coros (visitado en enero de 2015), uno de los más bonitos que podemos hacer.

Desde el Puerto de las Cumbres los pinos han dejado paso a un biotopo diferente, ahora son algunos quejigos, encimas y espinos albares los que flanquean nuestro camino.
Nos acercamos al pinsapar, la Sierra de Zafalgar nos cierra la vista, justo abajo tenemos los Llanos del Rabel, el cortijo del Pinsapar en el Llano Viña del Moro y la cárcava de los Alazores.

Llevamos rato circulando por una cornisa que sin dudas es lo más bonito de este sendero, sin ánimos de menospreciar al bosque de pinsapos que salvo por su interés botánico y algunos ejemplares de gran tamaño, no ofrece mayores expectativas.


Ya queda lejos el Puerto de las Cumbres.




Otra mirada atrás, podemos ver el camino recién pasado.

Un cartel nos indica el camino hacia un nevero restaurado, es uno de los más grandes que podremos ver en la sierra.

Un panel informativo nos cuenta su funcionamiento.


Bueno, ya tenemos a la vista el pinsapar, esa mancha verde oscura es inconfundible. Es una masa arbórea de unas cuatrocientas hectáreas. El pinsapo es una de las nueve especies catalogadas de abetos. Al contrario que las otras que fueron relegándose a climas mas frios este abeto se quiso quedar con nosotros y aquí encontró el microclima ideal para su permanencia.

Un poco de zoom para disfrutar de la conocida como Caídas del Pinar, zona de máxima belleza y con una altísima densidad de pinsapos. En segundo plano y en el centro Bornos y su pantano.

La sierra de Zafalgar y los Llanos del Rabel, más cercanos.

A nuestra derecha tenemos a tiro la sierra de Líjar, Algodonales y la soberbia Garganta Verde.

Por fin una sombra contínua, entramos en la zona más umbría del recorrido, algo que con estos calores se agradece, un bosque galería nos invitar a seguir.


El Torreón vigila nuestros pasos.

Por momentos el sendero se vuelve cornisa, dándole un encanto especial al recorrido.


Recordar que desde el Puerto de las Cumbres, la tónica general será de bajada, un detalle a tener en cuenta ya que prentendemos regresar al lugar de salida.

Es increible como árboles tan grandes consiguen perdurar en esas laderas de piedras con tanto desnivel.

Hacia abajo la vista es sobrecogedora, cientos de árboles apretados como procurándose cobijo entre ellos.

Cruzaremos varias zonas de canchales, en épocas de lluvía las aguas deben arrastrar toneladas de material.

Me sorprende que la Administración tan diligente para prohibir el acceso en determinadas épocas por el riesgo de incendio, tenga esta zona tan abandonada, toneladas de madera seca se acumulan entorno al camino, árboles muertos o arrancados por las correntías jalonan todo el camino, cualquier día cae un rayo y con tanta leña nos quedamos sin pinsapar. Se nota que sólo saben prohibir pero a la hora de cumplir con su parte es otra historia.



Un inmenso tocón.

Algunas zonas están protegidas para evitar la erosión del suelo por las lluvias, recordemos que estamos en el lugar de España con mayor pluviometría.

Unos rítmicos golpes me recuerdan al sonido de los pájaros carpinteros, pero desconozco si existen en esta zona.

Más leña seca.


El sendero confluye en una pista forestal.

Quejigos con formas grotescas  escoltan el camino. El frasco de la poción mágica.

Fue más fácil entrar que salir.

La jarra de cerveza.

El dragón.


Absortos por este bosque encantado pasábamos por alto una vista a la Sierra del Gastor y la del Tablón.

Por si alguien tenía dudas de la fuerza con que el agua hace caer las piedras muestro este pinsapo casi tronchado por culpa del pedrusco.

Llegados a un cruce de caminos, damos la vuelta, lo más interesante ya lo hemos visto. Regresamos por dónde vinimos. De nuevo el San Cristóbal vigila nuestros pasos.

Una última foto para ver la flor macho de un pinsapo. Todos los pinsapos poseen flores machos y hembras, las hembras en la parte alta del árbol, las machos en la baja, esto hace que eviten la autopolinización y en cambio favorezcan el intercambio, lo que unido a las fuertes pendientes en las que suelen estar consiguen que las flores machos de un árbol queden a la altura de las flores hembras del árbol de más abajo, un sistema muy inteligente para ser un vegetal. 

Para despedirme y como complemento a esta entrada os linkeo un video de la serie El Bosque Protector, que seguro resultará más que interesante a quién no se conforme sólamente con disfrutar del camino: Pinsapo, El abeto que se quedó en el sur.

Podéis descargaros el track clicando en la siguiente imagen:
 
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una montaña, un árbol, donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el buitre leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.